¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
Manifiesto (hablo por mi diferencia), Pedro Lemebel.
Acabo de terminar de leer los 66 comentarios que -hasta ese momento- se habían publicado en la página de OnCuba en el texto Las patrias íntimas del internacionalismo, de Carlos Manuel Álvarez. Entre ese montón comentarios, me desconciertan (aunque sé que no deberían sorprenderme esas cosas) la considerable cantidad de mensajes en los que se destila una furia, un dolor, una vergüenza por lo que consideran un acto de leso periodismo: haber manchado la pulcra imagen de Reynaldo Villafranca, enfermero que formaba parte de la brigada médica contra el ébola. Palabras como escribidor, pseudoperiodista, sarcástico, injusto, perverso, chisme, buitre, denigrante, ultraje, vano, humillar, denigrar, dejenerado (sic), recorren las opiniones de muchas de estas personas que acusan a Carlos de haberse enfocado en los detalles sucios de la historia en lugar de mostrar la pureza de su altruismo.
Al parecer, estamos ante un típico caso de respuesta del lector cosechado. La vergüenza de tener una audiencia aberrantemente deformada, incapaz de leer la belleza del elogio de Carlos Manuel Álvarez en su texto sobre Villafranca no es más que el triste resultado de la no existencia de medios de comunicación en Cuba capaces de hacer periodismo. Acertadamente, uno de los comentarios en OnCuba nos recuerda que «hay mucho que rescatar y entender todavía para que ciertos colegas terminen por reconciliarse con la idea de lo que el periodismo es y lo que no es». Y partiendo de ahí, de una noción prácticamente inexistente en Cuba de lo que es periodismo, se puede empezar a leer con mejor espíritu esa crónica, o a entender las reacciones según según sea el caso.
El texto de Carlos, sin los afeites típicos de las loas con las cuales se suele abordar el tema del internacionalismo en Cuba, logró conectarnos a muchos con la tremendísima condición humana de ese enfermero, que pudiera ser cualquier otro brigadista, pero era este. Un maricón. El menor de un montón de hermanos delincuentes. Un tipo que a pesar de los tantísimos pesares quiso estudiar y ser enfermero para ponerse al servicio de otros. Porque los contextos importan. Los contextos, que, entre otras cosas, formaron a Villafranca y nos dicen a nosotros lectores -crónica de Carlos mediante- que estamos ante un ser de carne y hueso que lucha y sangra, y no ante otra postal de la Revolución
Hace unos días falleció en Chile Pedro Lemebel, un revolucionario total. Estuvo en Cuba un par de veces, la primera durante la Bienal de La Habana, con su proyecto de las Yeguas del Apocalipsis, y la segunda cuando le estuvo dedicada la Semana del Autor 2006 en Casa de las Américas. Me hubiera encantado, en medio de esta avalancha de quejas tristes y sin sentido, haber escuchado que tendría que decir de todo esto Lemebel, esa pájara comunista que tuvo la valentía de llamar las cosas por su nombre. Seguro que habría echado una lagrimita, puesto una vela, y habría llamado a Carlos para decirle que no venía hasta acá a darle un beso porque ese cáncer la tenía toda maltratada.
Porque como periodistas tenemos el elemental deber de tocar la noticia (o cuando menos cuestionarla), y porque en algún libro de historia de 2100 no quiero que se diga que no teníamos la menor idea de lo que era la realidad. Una nota que esperaba leer en cualquier medio de comunicación cubano. Y no la encontré.
Si extrañaban los tiempos en que algún familiar o amigo les alcanzaba de la tienda de los rusos algún producto inconseguible en el mercado estatal cubano, quizás -quizás- el retorno de esos días no esté demasiado lejos.
Los gobiernos cubanos y rusos parecen haber acordado la reapertura de la base radioelectrónica de Lourdes, que desde el año 2001 se encontraba desactivada, de acuerdo a una nota divulgada por el periódico ruso Kommersant. El mismo medio reveló que, de acuerdo a fuentes del Gobierno, las negociaciones sobre el centro, comenzadas hace algún tiempo, comenzaron a concretarse a principios de este año, luego de varios encuentros bilaterales entre militares de ambas naciones.
Kommersant apunta que la confirmación del acuerdo fue sellada en el marco de la reciente visita a Cuba del presidente ruso, Vladimir Putin. La decisión de recuperar la base Lourdes estaría dada por el mejor desenvolvimiento económico del país y su progresivo distanciamiento con Estados Unidos.
Resulta sumamente interesante el hecho de que hace un mes el Gabinete de Ministros de Rusia presentó al parlamento de dicho país un proyecto de ley para ratificar el acuerdo con Cuba sobre la exploración y el uso pacífico del espacio. Dicho acuerdo define las normas, criterios y condiciones “para fomentar las relaciones bilaterales en el sector espacial y tiene como objetivo desarrollar la cooperación en los ámbitos de la navegación por satélite, las tecnologías de comunicación y la teledetección”, informó la agencia Ria Novosti. «El documento», dijo la agencia estatal, «tiene un gran interés para Rusia, tomando en consideración “la necesidad de instalar equipos de corrección diferencial y monitoreo del sistema (de navegación satelital ruso) GLONASS en territorio de la República de Cuba”.
Hasta el momento se desconoce cuál será la inversión que Rusia deberá realizar para reactivar el centro, sin embargo los expertos destacan la importancia geoestratégica del mismo. El coronel Víctor Murajovski declaró que “la capacidad de la flotilla satelital rusa de inteligencia radioelectrónica e intercepción de señales es muy reducida”, por lo que el centro de Lourdes, por su proximidad física a EEUU, permitirá a los militares rusos prácticamente prescindir de los satélites.
El General Viacheslav Trúbnikov, exjefe del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, argumenta por su parte el papel decisivo de la información recopilada por la base, que en los tiempos de la antigua URSS “hacía transparente para la URSS todo el hemisferio occidental”.
La base Lourdes, fue instalada en Cuba en 1964 tras la Crisis de Octubre, y su misión fundamental hasta el año 2001 consistió en la escucha de señales de radio, incluidas las de los submarinos y barcos, y las comunicaciones satelitales.
Ni el gobierno ruso ni el cubano (ni ningún medio estatal cubano, por cierto) han emitido ningún comentario al respecto de esta información.
Me encontré esta entrevista que le realizara Yadira Escobar a Julio César Guanche, un todoterreno que admiro por muchísimas razones, y me pareció un intercambio tan interesante que decidí aprovechar una madrugada de insomnio para transcribir sus palabras y compartirlas con todos aquellos que la conexión les impida ver el video en Youtube. Que les aproveche.
(…)
Yadira Escobar (YE): Recientemente usted estuvo en el encuentro, o en el debate, que se realizó en La Habana por la Archidiócesis y Espacio Laical y se habló, según lo que pudimos leer por Internet, de reformar la constitución. Exactamente, ¿qué es lo que usted cree que se debe reformar?
Julio César Guanche (JCG): La reforma es obligatoria por algunos cambios que se están haciendo. La constitución cubana actual, vigente, reformada en el 92 y después en el 2002, tiene una cláusula de reforma que establece varios indicadores de cuándo debe ser reformada, además, llevando a plebiscito popular los cambios que se hayan introducido en esa reforma. Si se cambia la estructura del estado cubano, y si se cambia la estructura de derechos de la ciudadanía, uno de esos dos cambios obligaría a una reforma constitucional que debe ser sometida a plebiscito popular.
Esos dos campos deben ser reformados en Cuba; ya están siendo reformados. Lo que se llama experimento en Artemisa y Mayabeque es una nueva forma de organización del estado que separa al gobierno del estado; eso no está previsto en la constitución. Debería para estar previsto ser objeto de una reforma. Eso me parece un cambio positivo, separar funciones; unas estatales representativas y otras gubernamentales, administrativas.
Eso por un lado; y por otro me parece muy importante ampliar, profundizar, multiplicar el catálogo de derechos y las garantías de la ciudadanía en Cuba. A la altura del 76, ese catálogo –visto con los pactos internacionales de derechos humanos– no estaba desactualizado; a la altura del 2014 está desactualizado, y tiene muchas carencias en el campo de las garantías, por ejemplo. No existe un control de constitucionalidad en Cuba; no existe un proceso de protección de derecho en materia constitucional; hay muchas garantías establecidas por ley que no funcionan en la práctica jurídica de Cuba, y eso debería ser plasmado en la reforma que venga.
También los cambios económicos deberían llevar una nueva remodelación del texto constitucional; son muchos los que se están haciendo. La propia posibilidad de contratar trabajo asalariado por parte de privados en Cuba –una posibilidad que no estaba concebida en el 92–, eso solo ya debería tener una atención en el nuevo texto constitucional.
La única pregunta que se hace en Cuba, y me parece que es importante, es si es una reforma lo que se está pensando o si es necesaria una nueva constitución. A mí me parece que por la magnitud de los cambios que se están haciendo, por la magnitud de los cambios que se deben hacer, y la magnitud de transformaciones que están en la base de este proceso debería ser una nueva constitución lo que salga de eso.
YE: ¿Cree entonces que se debe llevar a voto la elección del presidente?
JCG: (…) Con la estructura institucional actual es impensable. Si es positivo o no, es una discusión que también está en Cuba y fuera de Cuba. Las ventajas y desventajas son múltiples; el sistema parlamentario tiene varias ventajas a diferencia del presidencialismo. Una elección de voto directo significaría un cambio constitucional en Cuba hacia un presidencialismo que no está muy en el horizonte. A mí me gustan más los regímenes parlamentarios.
He apoyado alguna opinión [sobre] el voto directo, pero verdaderamente para mí no es [tan] importante el voto, quién vota por quién, como la función representativa de ese presidente, quién lo controla, cómo se debe a un parlamento, cómo funciona un parlamente. [Esas] me parecen preguntas más sustantivas que la de cómo se elige el presidente. No es que no sea importante, importante es, pero me parece que hay un campo de problemas que se quedan fuera cuando lo enfocas en la elección del presidente, que habría que considerar.
Uno de ellos sería una reformulación completa de las maneras en que funciona el parlamento cubano. Igual creo que verdaderamente funciona muy poco con sus sesiones, y debería funcionar siendo mucho más representativo de la pluralidad política que existe hoy y dándole voz a muchos de los actores políticos que existen hoy cuya voz y cuya conversación no aparece reflejada en el parlamento.
YE: En Cuba actualmente hay una gran diferencia entre algunos ricos y algunos pobres, pero esas personas siguen [siendo] tratados casi por iguales. Ahora, ya que no son iguales –el pobre necesita obviamente un poquito más de atención social, necesita que la electricidad, por ejemplo siga siendo subsidiada–, ¿sabes si se está hablando, hay algún debate sobre la posibilidad de ya tratar [de] diferenciar a los ricos de los pobres dentro de la sociedad cubana?
JCG: Bueno, diferenciados están, y siempre que se generan desigualdades se expresan también las desigualdades. Existen y no son nuevas, el nivel de pobreza en Cuba también ha subido de los noventa para acá, la investigación social que se hace en Cuba ha publicado muchas investigaciones sobre eso, se conocen los datos, se conocen los problemas de estratificación social que existen. No es una cosa desconocida para la mayor parte de los cubanos, primero la vemos, y segundo se tiene estudiada. A mí lo que me parece que está mal es tratar a los desiguales como iguales; hay que tener políticas fuertes de protección social a los que no estén incluidos positivamente, exitosamente en las reformas. Es imprescindible, entonces, tener una concepción del crecimiento, que es muy necesario y muy imprescindible para un país -el crecimiento económico estoy diciendo- pero siempre orientado por una visión social del desarrollo, y siempre orientado por una visión de inclusión social de ese crecimiento.
El programa de crecer, crecer, y crecer es un programa que algunos defienden, es un programa que yo podría defender porque entiendo su importancia, pero siempre que esté en paralelo, necesariamente, acompañado de un proyecto muy fuerte de justicia social con sucesivas implementaciones, no con un discurso sino con una suerte de políticas sucesivas que se encadenan entre sí, y se multiplican entre sí. Me parece que sí, que se reproduce desigualdad, que se reproduce diferencia.
Ahí hay que distinguir, el problema de la desigualdad, el problema de la diversidad, y el problema de la diferencia. Son palabras diferentes que remiten a universos diferentes. Somos diferentes pero no tenemos que ser desiguales, no tenemos por qué ser desiguales ante el acceso a la sociedad, no tenemos por qué ser desiguales ante el acceso a la política, no tenemos que ser desiguales ante el acceso a la economía, lo que sí somos diversos y esa diversidad hay que defenderla.
YE: Usted ha hablado de que hace falta, que sería muy positivo que se reconocieran las imperfecciones, los errores del sistema cubano. Ahora, dentro de Cuba se está fomentando el periodismo crítico, el periodismo muy audaz, pero siempre el periodista profesional debe tener un límite dentro de sí mismo, cuál es el límite ético, cuál es lo correcto [sic]. Ahora, ¿le daría algún consejito a esos periodistas que quieren criticar para construir pero no tampoco pasarse?
JCG: Yo respeto mucho el periodismo joven que se hace en Cuba, conozco bastante de sus principales exponentes, y de los que no son principales, digamos, sus exponentes. Los leo porque me interesa mucho la voz que expresan sobre Cuba, la imaginación que muestran. Me parece que Cuba tiene muchos problemas con la prensa y no son necesariamente de los periodistas, son problemas de un sistema de prensa que ya no funciona hace mucho tiempo, que no se ha cambiado, y me parece que tiene que haber muchas más garantías del debate de la expresión pública de los periodistas en Cuba, no solo en sus blogs individuales sino en los sistemas de comunicación públicos en Cuba, que deberían existir como sistemas de comunicación públicos no solo del estado y el gobierno.
Sí hay límites, pero también hay problemas que van más allá de ellos. Esos límites tendrían que ver siempre con sus propias convicciones, también tendrían que ver con lo que podemos plantear que puede ser un consenso nacional de ¿entornos opresivos? muy grande, algunos de los cuales te he comentado. A mí parece, y esto no tiene por qué parecer excluyente, que hay compromisos muy fuertes en Cuba, en la Cuba actual, que tienen que ver con la sociedad civil, con el pueblo cubano; que tienen que ver con un compromiso con la ampliación de la esfera pública, una esfera en la cual [los ciudadanos] participen más, se expresen más, discutan más; [un compromiso con] que las asimetrías al acceso a la esfera pública puedan ser disminuidas, que no haya tanta asimetría de información, que existe hoy. Me parece que los periodistas cumplen una función también con eso, que es política, que es moral, que es profesional.
Es bueno también pluralizar las sedes desde las cuales se habla, y tiene mucha fama y buena fama –y con razón– la blogosfera, pero [en] una sociedad como la cubana con el precario acceso a internet y la precaria conectividad no es lo más conocido, lo que hace falta es mucha más comunicación entre los distintos públicos en Cuba, y eso significa mucha más información ofrecida en los medios cubanos, medios que sean capaces de expresar la pluralidad.
Tu pregunta la reformularía. Para mí es un problema de límites siempre, pero límites tienen no solo los periodistas; todo el mundo debería tener límites éticos, de condiciones, e ideológicos también, pero no impuestos de una única manera de concebir las cosas y menos cuando son periodistas de medios públicos.
La sociedad cubana ha cambiado mucho. No he estado aquí en Miami, no conozco Miami, no hablo de lo que no sé; lo que conozco que es Cuba, La Habana y parte de su sociedad. Es una sociedad que se ha pluralizado mucho, que no nunca hay que verla en bloque, que hay muchas generaciones distintas que tienen mucha vida dinámica dentro del país –vida dinámica significa discusión conversaciones, debate–, y [se] empobrece mucho la sociedad cubana representada solo por un bloguero, un profesor o un investigador. Me parece que hay que atender a las maneras distintas que tiene ella [la sociedad cubana] de expresarse; la música cubana, el cine, el teatro, eso en el campo de la cultura, pero también escuchar a la gente, la gente habla cada vez más, y me parece que es muy bueno que hable cada vez más.
A mí no me gusta dar consejos, la verdad. Los periodistas son personas que ya tienen su formación, tienen su profesión, son personas, son ciudadanos. Sus límites serían la ética profesional, las leyes cubanas.
YE: ¿Bueno Guanche, me pudiera decir si usted cree que el nacionalismo revolucionario tiene futuro dentro de la Cuba de mañana?
JCG: ¿El nacionalismo?…
YE: ¿si pudiera tener éxito?
JCG: … ¿revolucionario? Es una discusión también que anda en Cuba y que anda fuera de ella. Es una palabra compleja; le han llamado nacionalismo revolucionario a algo que ha tenido otros nombres en la historia de Cuba, le han llamado nacionalismo radical, le han llamado nacionalismo popular. A mí me gusta mucho el nacionalismo cubano del 40, que fue un proyecto de inclusión nacional muy grande. Bajo el manto del nacionalismo hablaron todos los sectores cubanos en la época: hablaban los negros, hablaban las mujeres, hablaban los hijos que llamaban naturales en la época, hablaban los maestros que buscaban que le pagaran salario, hablaban los científicos que querían crear el Instituto de Medicina, hablaban los profesores, todo eso desde plataformas ideológicas muy diferentes, pero que podían concebirse con un manto nacionalista.
Ese nacionalismo, como siempre, era el proyecto de clases específicas de [sic] situarse dentro de Cuba después de una crisis del estado oligárquico cubano en los años treinta, básicamente en el 33, que no habían tenido espacio esas clases –burguesas, industriales no azucareras–, y que buscaron con la crisis de aquel estado del 33 después de la revolución popular del 30 una nueva fórmula política en Cuba. Esa fórmula política en Cuba llegó a la constitución del 40. A mí me parece que ha sido muy mal leída en Cuba en las últimas historiografías, salvo excepciones muy valiosas. Ha sido leída como un documento que no tuvo la gran importancia que realmente tuvo. Es el gran documento con el que cierra el ciclo revolucionario del 30 al 33; me parece que debemos recuperarla.
Y cuando me hablan de nacionalismo pienso en ese tipo de nacionalismo, un tipo de nacionalismo que pensaba, en los 40, en temas de independencia nacional, soberanía económica, en temas de antimperialismo. Ese es un nacionalismo que nunca renunció a la democracia política; la constitución del 40 es una constitución tanto democrática en lo social como en lo político. Entonces no hay que ver el nacionalismo como opuesto a democratizaciones políticas, ni como comunidades nacionales que se cierran sobre sí mismas, que excluyen a los que están fuera o tienen conflictos con los que están dentro. Una nación como un nacionalismo democratizador es una nación que se mira con un proceso que está en construcción permanente, que puede incorporar las diferencias que van surgiendo en el proceso de esa construcción; y a eso se le puede llamar también nacionalismo. Significa que no es una entidad histórica cerrada, un hecho que está aquí y que es el mismo que se ha ido desenvolviendo en la historia del tiempo. El nacionalismo del año 1912, por poner un ejemplo, es muy muy diferente al nacionalismo del 40, y probablemente sea muy diferente al nacionalismo de ahora, el que se puede defender ahora.
El que se puede defender ahora hay que defenderlo en condiciones de una Cuba muy transnacional, transnacionalizada, que significa con muchas diásporas en muchos lugares, no solo aquí en este país [EE.UU.], con lo cual me parece que se puede hacer una apuesta por el nacionalismo pero con esta cantidad de salvedades que te estoy haciendo, que no lo minimizan sino que lo empoderan porque lo democratizan, porque piden lealtad a cuestiones que pueden ser más trascendentales a los cubanos, que tengan que ver con su derecho de ciudadanía y también con los derechos de inclusión social y nacional. En ese sentido me parece que el nacionalismo es muy defendible, para no mencionarte todo el tema más espiritual de lo que llamamos la patria, que también, pero me gusta [no mencionarlo] porque podemos entender por patria cosas muy diferentes, y la patria históricamente ha sido cosas muy diferentes, no en Cuba, desde la antigüedad romana. Es mejor buscar pisos fuertes que puedan unificar, unificar quiere decir unir en una plataforma. Esa plataforma puede ser la ciudadanía, democratizada puede ser el nacionalismo, porque no creo que compitan entre sí. Creo que sí puede ser un proyecto que compartan cubanos.
YE: ¿Se siente optimista cuando piensa en el futuro cubano?, vamos a decir, una década; dentro de una década, ¿usted cree que se va a sentir bastante satisfecho con el rumbo que está tomando la nación actualmente, con todas estas reformas económicas, y quizás también como usted hablaba con una descentralización en otros aspectos de la sociedad? ¿Se siente optimista?
JCG: El optimismo a veces hace daño. También el pesimismo. Cuba cambió mucho en el siglo XX; cada treinta años cambió mucho. Cambió en 1901, cambió en 1930, cambió en 1959. Está cambiando ahora, está cambiando mucho, desde afuera quizá no se aprecie la calidad y la cantidad de los cambios. Cualquiera que vaya a Cuba sabe que no tiene nada que ver con los discursos típicos o históricos sobre Cuba.
Es una sociedad que se parece cada vez más al mundo; los cubanos se parecen cada vez más a cualquier ciudadano del mundo, comparten problemas con muchos países del mundo, tienen problemas propios, como en otros lugares tienen problemas propios. Esto significa que para mí está lejos ya, o cada vez se aleja más de ser aquella excepcionalidad que elogiaban para lo bueno y criticaban para lo malo. Me parece que sí tiene que cambiar. Y yo quisiera, ya por optimismo -que puede ser peligroso pero también es una tabla de salvación, porque también vivo en Cuba, mis hijos viven en Cuba-, pienso que es útil mirar con limpieza al futuro. Limpieza significa honestidad, significa mirar con esperanza, y significa confiar también en los cubanos que quiera apostar por ese futuro.
La cosa es como sigue: el próximo domingo 6 de abril alguien muy ocurrente puso en Facebook la convocatoria a la Suelta Masiva de Libros, que para los que no tienen acceso a la red de Zuckerberg les dejo aquí:
«Brindar, soltar, regalar es una práctica liberadora que impulsa una dinámica perfecta: cuando damos, recibimos.
La idea es «liberar» (dejar) un libro en un espacio público (plaza, bar, transporte público, museo, etc…). Pueden participar de la propuesta todos aquellos que lo deseen liberando un libro el sábado 6 de abril de 2014 en el lugar donde vivan o se encuentren en ese momento.
Para participar, dejá un libro en un espacio público con una dedicatoria que indique:
– Que el libro es de quien lo encuentre pero que, al finalizar su lectura deberá ser liberado, para que pueda ser disfrutado nuevamente por otras personas.
¡Muchas gracias por sumarte a esta gran cruzada y compartir la iniciativa con tus amigos!»
La idea me encantó de tal manera que contacté con los organizadores del evento. Lu Di Pietro contestó a mis preguntas:
«La idea no es nuestra, ya existe desde hace un tiempo y no sé exactamente quién la empezó. Un amigo, Rodri, que está también de organizador de este evento pensó en armar una suelta masiva y me propuso que hiciéramos este evento y gratamente fue muy aceptado. Nos parece bueno (el evento) por muchas razones (…): lo importante de leer, lo hermoso de dar, lo emocionante de soltar y la incertidumbre de no saber y confiar; fomentar la solidaridad y el espiritu del compartir social y culturalmente, abrir el corazon y atravesar fronteras»
Por su parte Rodri Bristot, otro de los organizadores de la suelta masiva me comentó:
«La iniciativa de Libros Libres viene ya hace algunos años, siempre con la dinámica de soltar textos desinteresadamente para compartirlos con aquél anónimo que lo encuentre. En lo personal, lo que me impulsa a organizar este evento de Suelta Masiva, tiene que ver con una idea un poco romántica: creo que hay cosas en la vida que debieran ser gratis, como la educación y la lectura; los libros no debieran ser solo para quienes pueden pagarlos, si no que deberían ser más accesibles, que la gente los encuentre en los espacios públicos sin tener que resignar algo (dinero o trabajo) para adquirirlos.
«Me baso en mi experiencia personal (…) ya que el primer libro que leí en mi vida, fue uno que me llegó de forma inesperada. Era un libro bastante complejo para mi edad (tenía 14 años), pero lo leí en poquitos días y me marcó mucho. Creo que los libros son formadores de pensamientos y personalidades. Quizás, si no hubiese leído ese libro (y los que vinieron después), hoy mi vida sería muy distinta.
«Estoy muy conforme con la repercusión y la aceptación que tuvo la propuesta. Las redes sociales son muy poderosas para este tipo de convocatorias y fue por ellas que logramos superar límites impensados. A mí me escribió gente de Málaga, Londres y La Habana contándome sobre sus sensaciones a la hora de soltar sus libros. Me impactó y emocionó.»
Gracias a Lu, supe también de El Club de los libros perdidos, un espacio mágico donde también se cocina esta idea, y cuya página en Facebook anda rondando el millón de seguidores. Además tienen la ventaja de que su convocatoria está como en siete idiomas, así que casi todo el mundo puede sentirse incluído en el asunto.
Por mi parte ya tengo un plan. En la mañana del 6 de abril, habrán ocultos tres libros que quiero mucho pero que dejaré ir -con la pequeña e irracional esperanza de que vuelvan a mí- en el parque de H y 21, en El Vedado, La Habana). Días antes, daré algunas pistas acerca de los lugares en los que estarán escondidos y qué libros pudieran ser. Así que si a alguien le interesa conseguir un buen libro a cambio de nada, dese una vuelta por H y 21 la mañana del domingo 6 de abril.
… y aquí está, con un par de retrasos imperdonables, pero llena de amor señoras y señores. Llena de amor. Ojalá la disfruten como nosotros disfrutamos haciéndola. Crítiquen, opinen, y sobre todo lean y compartan. Curiosa coincidencia, cuando venía camino al trabajo, en un libro deliciosos de Norberto Codina sobre beisbol y cultura encontré este verso de Julián del Casal, que bien podía haber servido de exergo a este número: «tengo el impuro amor de las ciudades». Con ustedes, Revista Blogosfera Cuba no. 1:
Aprovecho para decirles que pretendemos hacer una presentación offline la semana próxima, para que todos aquellos que no tienen acceso a Internet ni a una buena conexión y estén interesados en la revista la puedan tener. Todavía no está definida el lugar ni la fecha exacta pero lo haremos saber por acá. Ahora sí me voy, les dejo también el editorial con que abrimos la revista. Besos y abrazos.
Editorial Revista Blogosfera Cuba (no. 1)
“Estuvimos un rato hablando de ciudades, que es un tema favorito de Cué, con su idea de que la ciudad no fue creada por el hombre, sino todo lo contrario y comunicando esa suerte de nostalgia arqueológica con que habla de los edificios como si fueran seres humanos, donde las casas se construyen con una gran esperanza, en la novedad, una Navidad y luego crecen con la gente que las habita y decaen y finalmente son olvidadas o derruidas o se caen de viejas y en su lugar se levanta otro edificio que recomienza el ciclo”.
G. C. I.
La ciudad trampa, la ciudad refugio, la ciudad espejo. Buena parte de los cubanos –xx % si le hacemos caso a los datos que ofrece la Oficina Nacional de Estadísticas- vivimos en entornos urbanos, de mayor o menor dinámica según el aliento de los distintos lugares, pero marcados por el asfalto, los parques, los transportes automotores, las aglomeraciones de personas, el cine, las tiendas, el espíritu inconfundible de un lugar que no es el campo.
A la ciudad y sus múltiples configuraciones dedicamos este segundo número de la revista Blogosfera Cuba. Que no solo se queda en la ciudad como protagonista: también tenemos textos donde la ciudad es trasfondo, una conversación en un parque sobre qué significa crecer en la ciudad, un espacio dedicado a las cintas amarillas, que podemos considerar sin dudas como la campaña que más ha sensibilizado al pueblo con el regreso de los Cinco Héroes; y un par de textos académicos sobre un proyecto de empoderamiento ciudadano a través de las tecnologías en un grupo de estudiantes universitarios y un análisis sobre qué se habló sobre los lineamientos desde los medios de comunicación y desde el público a través de los blogs. Cerramos este número con un texto del difunto blog Crónicas Obscenas, una hermosa crónica sobre el misterio de la noche cuando se viaja en tren, o del misterio del tren cuando se viaja de noche, que aunque no es lo mismo sigue siendo igual de bello e indescifrable.
En estos largos meses hemos aprendido que el segundo paso es el más difícil y esperado de todos. Después de la gran acogida que tuvo en las redes el primer número enfrentábamos el reto de la continuidad, la permanencia. Y la verdad sea dicha hemos fallado. Naufragamos entre responsabilidades laborales y domésticas, entre falta de perseverancia y presión, y llegamos al año 2014 teniendo en las manos una publicación que debió salir en algún día del mes de noviembre del año anterior. Aún estamos afinando detalles en la confección de la revista, la (in)estabilidad del consejo editorial y la no existencia de una página web propia de la revista son algunos de los principales retos que a mediano plazo tenemos que resolver.
Pero en lugar de regodearnos en disculpas creemos más útil ponernos las pilas y sacar finalmente este número 1; esperamos que nuestra falla en los tiempos de entrega sea mínimamente compensada por sus contenidos. Porque, demoras aparte, ha sido una verdadera fiesta armar la revista. Estamos contentos con lo que entendemos como unicidad del número, con la calidad superior de los textos, con el balance territorial y temático obtenido. Podemos decir modestamente orgullosos que al leerla de una punta a otra se respira en su lectura un aire a revista de verdad, y nada nos complacería más que sus lectores sintieran lo mismo.