Un ejemplar de Jot Down en La Habana

jot down en la habana

Juan:

Aún no sé cuál de los dos la descubrió primero, si Javier o yo. Pero de repente leer Jot Down se convirtió en uno de nuestros vicios más queridos (precisamente en uno de sus artículos, en el perfil de Alberto Juantorena, fue que descubrí tu nombre). Desde entonces no pasa semana en la que no nos metamos a discutir sobre cualquiera de los trabajos que aparecen en esa publicación en su versión digital. Es como una mesa sueca (creo que ustedes le dicen bufet) interminable, en la que lo mismo encontramos una reseña de un videojuego, que una entrevista a un físico ocular, que la crónica de un pueblo costero abandonado, que una disección de The Wire, que un repaso a la discografía de Funkadelic/Parliament, que un ensayo sobre la representación de España en las viñetas periodísticas. Y a pesar de esforzarnos por encontrarle sus huecos, la mayoría clasifican de disfrutable para arriba. Javier y yo (y otros amigos – Diana, Lorena, Disamis…- que han ido cayendo de a poco) formamos parte de una hinchada sin carnet de la que considero la mejor revista cultural de habla hispana (con el perdón de El Malpensante, Anfibia, et al.) tanto por el desenfado de sus textos como por su apuesta a escribir de casi cualquier cosa. Y hacerlo bien.

Pero nuestra experiencia es, como te explicaba, digital. Acá en Cuba no hay acceso al mercado editorial hispanoamericano a no ser a través de algún amigo viajero o por lo que algún expositor decida traer a la efímera Feria Internacional del Libro de La Habana (en la que encontrarás toneladas, literalmente, de bestsellers de Ediciones B, pero casi nada de Anagrama, ni Alfaguara, no digamos de alguna editorial independiente en español). Probablemente sea culpa del bloqueo norteamericano a Cuba, o de la miopía de los empresarios de aquí y de allá que no perciben a Cuba como una pequeña librería con un puñado de lectores dispuestos a lo que sea con tal de tener a la mano el ejemplar que están buscando. Lo cierto es que nos pasamos la vida soñando con un puesto de revistas -que no parece que vaya a llegar pronto- en el que podamos manosear lo último de Rolling Stone, The Atlantic y Playboy. O Jot Down.

Así que te imaginarás el brinco que di cuando Emma, la vieja amabilísima de mi cuadra que tuvo a bien recibir el paquete de manos del cartero , me entregó anoche un sobre que tenía en la esquina una calcomanía con la palabra Jot Down. Ya sé que habíamos hablado de eso, y ya me habías demostrado con nuestros pequeños intercambios en las redes sociales (un acto que no tienes idea de lo que ha significado para mí en su rotunda sencillez) que eras un tipo que se interesaba en serio por lo que conversábamos, pero la verdad es que no tenía demasiadas esperanzas en ver llegar a mi casa un ejemplar de la revista. Y apenas unas semanas más tarde, aquí está.

Supongo que así es como se deba sentir un niño que crece bajo la leyenda de la navidad si en la mañana del 25 de diciembre se le aparece Santa en persona con su regalo debajo del brazo. Porque, para ponerlo más folletinescamente rosado, pasado mañana es mi cumpleaños. Y yo creía que estaba completo con el concierto que ese mismo día dará ZZ Top en La Habana (¡ZZ Top en La Habana!, ¿te lo crees? yo todavía no lo acabo de procesar). Y sucede esto. Vamos, que empiezo a sospechar que algo de bondad he traído a este mundo para que tantas buenas coincidencias se amontonen.

La revista, tal y como me pediste, pasará por las manos de esos amigos de vicio, que la leerán con el placer que se leen las cosas increíbles. Y será otro ladrillo en ese edificio que algún día tomará forma y será nuestra propia publicación de periodismo literario. Sé que algún día lo lograremos. Acá en Cuba sobra materia prima y capacidad escritural para conseguirlo. Nos faltan los dineros y la dosis exacta de locura como para creernos que es posible. Pero eso llegará. Y ten por seguro que el número 8 (septiembre 2014) de la revista Jot Down reposará en algún estante de nuestra redacción.

jotdown en la habana 2

Amarillo

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Como venía desde el otro extremo de la ciudad he tenido tiempo de fijarme en la gente hoy. Usualmente cuando voy al trabajo camino apurado, o leo en las guaguas o ando en bicicleta y no me detengo a mirar mi ciudad –mea culpa, lo sé–, pero el viaje era largo y el tráfico de la avenida 51 infernal, así que me entretuve contemplando mansiones impecables y casas semiderrumbadas, estudiantes pasados de hora, tipos del barrio aburridos, trabajadores desesperados con el transporte público, ese caos homogéneo de toda ciudad cuando se levanta.

Si mi mejor amigo no hubiera cumplido años ayer tal vez no me hubiera dado cuenta, pero hoy me fue imposible eludir el amarillo. Era alzar la vista y ver un hormiguero amarillo rumbo a alguna parte, como si se hubiera derramado un bote gigante de pintura por toda mi ciudad. Donde quiera –rejas, tejados, ropas, postes eléctricos, antenas de los autos, vallas de tránsito–, hay un poco de amarillo. Amarillo en los lugares lógicos y en los impensables, amarillo adentro y amarillo afuera. Un amarillo hermoso incluso para quien, como yo, no le suele gustar el amarillo, un amarillo que huele a esperanza, a regreso, a alucinación colectiva. Eso es lo que quería para Cuba un día como hoy. No quería galas, ni marchas, ni encuentros multitudinarios. Quería una explosión de amarillos pequeños, únicos, personales. Eso es lo que nos acerca, como dije en otra parte, a convertir Los Cinco en algo más que un número, lo que nos acerca a convertirlo en un símbolo de la entrega, del desinterés, del amor.

Desde Cero

Desde Cero editorial blogosfera cuba no. 0

Aunque me obligaron a ponerle el machón de editorial, esto es un post de toda la vida. Eso sí un post feliz. Para ustedes, la presentación del no. 0 de la Revista Blogosfera Cuba.

Si quieren descargar la revista pinchen aquí para la versión ligera (2.78 mb, no tiene galerías de fotos) o pinchen acá para la versión full (9.37 mb). No obstante, pueden pasar por mi casa o por la oficina y la compartiré gustoso. Como dije una vez de ORSAI, PROHIBIDO NO COMPARTIR!!!!

Algo pasó allí. No sé si fue el aire enrarecido por tanto taller del Martin Luther King, no sé si fueron las conversaciones y las fiestas que llevaron a pactos silenciosos y perpetuos, no sé. Pero ahí ocurrió algo. Por primera vez en mi vida me sentí parte de una comunidad, de una materia multiforme más grande que mis propios intereses; por primera vez puse a un lado cualquier prejuicio para alcanzar el consenso. Consenso. Qué palabrita esa, tan en boca de académicos abigarrados y de políticos a medio tiempo. Lo cierto es que pudimos acercarnos a la unidad partiendo del criterio de que todas las opiniones merecían ser dichas, escuchadas y valoradas.

Muchos de nosotros –me consta que no fui el único– hicimos un ejercicio mayúsculo de autocontrol, aguantamos las ganas de replicar tanta tontería y amarramos los argumentos a una pata de la silla. No digo que fuera fácil; a veces nos llevó horas dar por medianamente zanjado un asunto entre tanta democracia, pero el resultado fue maravilloso. Descubrimos que si uno hace el esfuerzo por ser humilde entiende,  o al menos vislumbra ciertas resonancias similares en las razones del otro. Y ese es el punto de partida para nuevos hallazgos. El otro, ese tipo insoportablemente equivocado, se nos revela como alguien que, en algún punto, tiene inquietudes semejantes a las propias, y si se tiene paciencia y voluntad, se logran cosas.

Con estos hallazgos en los bolsillos regresamos a la vida real unos días más tarde. Ahí cada uno volvió a sus particulares batallas y aunque el polvo de hadas se fue disolviendo en el camino a casa, todavía queda un poco de aquella magia flotando en el ambiente. En los días que siguieron se ha intentado institucionalizar la blogosfera, se han despertado viejas rencillas y surgido otras, pero entre tanta algarabía trabajamos por no perder la idea de hacer una revista de la blogosfera cubana. Lo confieso, no ha sido fácil entre vacaciones, dilemas personales y ocupaciones laborales poner de acuerdo a un grupo de gente para llevar a cabo esta empresa.

Cuando surgió la propuesta de hacer una revista desde los blogueros, para todos los lectores interesados, que recogiera un poco la vida que ocurre en la blogosfera cubana me pareció una tarea improbable, pero en las reuniones sucesivas, mientras fue tomando forma,
fui cavando una tumba para mis temores.

Ya sea en el sótano azul del ICAP, en la casa que está llegando al Malecón o en la siempre ubicua Internet, entre tazas de té sin azúcar y botellas de vino trasatlánticas hemos trabajado para darle forma a aquella idea que tanta pasión trajo en el Martin Luther King. Aquí
se reúnen textos grandes, medianos, aguerridos, burlescos, comprometidos, distantes, en un intento de justa cartografía del camino recorrido por la blogosfera cubana hasta nuestros días.

Este número iniciático abre con un pequeño collage que recoge algunos hitos de los encuentros extradigitales; una muestra de los post escritos a propósito del encuentro en el mes de julio en el Centro Martin Luther King, el lugar donde se fraguó todo esto; algunos de los textos más interesantes publicados en los blogs en las últimas semanas; el resumen de una tesis que aborda los usos sociales en red a través de un estudio sobre cómo 12 blogueros cubanos usan su blog. Todo esto se complementa con montones de fotografías blogueras y algún que otro texto salido del plato pero que seguro disfrutarán.

La revista tendrá una frecuencia mens… bimes… trimes… bueno, ya nos encargaremos de hacerles saber su frecuencia. Estaremos insatisfechos permanentemente porque siempre se nos habrá escapado un post magnífico, pero nos queda el consuelo de la próxima
vez. Si algo podemos afirmar es que no hubo letra ni foto ni diseño que no fuera discutido hasta el cansancio.

Algo pasó en el Martin. Y nosotros, como aquel pescador hábil de Las mil  y una noches, intentamos atrapar al  genio de ese algo con este número CERO de la revista Blogosfera Cuba.

Ella quería ser linda

ella quería ser linda

Por Jorge de Armas

Y para eso, años después, acorde con las modas, creó un blog.

Pero antes devoró cuanto libro de autoayuda se podía comprar, indagó en iglesias, sectas, conventos. Por pura inconsistencia trabajó en supermercados, fascinada por la sonrisa de cajeras horribles y sudadas que follaban sin parar tras las puertas del almacén y detenían las filas para atender sus teléfonos y sonreír otra vez.

Se enamoró de una manzana, blanca y pura, ajena a todo lo que era, mestiza de alma y carne, impura de sangre y raza. Una blanca manzana inalcanzable, tan suya y tan ajena, conjuntiva e irreal.

Devoró millas persiguiendo un sueño que jamás tuvo, calles que nunca visitó, y, en las que estuvo, murió de generosidad, dejó su alma a merced de los caníbales que de ella hicieron monumentos. Era ya linda, ¿para qué más?

La idea era sencilla, además de genial, un blog, mejor un sitio web. Fui su fan primero.

Quería una tetas, perfectas, como su manzana, y aceptaba donaciones vía PayPal. A cambio, nosotros, podíamos disfrutar, en usufructo, de esas tetas perfectas, en relación estricta y directamente proporcional al valor donado. Ni idea tenéis de cuanto gasté.

Fueron días tensos, febriles. Investigué cuanta clínica existiese, llamé a Miami, a Madrid, a Colombia. Hablé con cientos de mujeres implantadas, matriculé medicina, pagué cursos de cirugía estética y anatomía mamaria, en fin, recuerdo esos días como los más grises de mi vida, sin sueño, sin comer, dejado de mí mismo en mi ilusión.

Meses después vino el milagro. Según mis cuentas y las suyas, después de saldar su deuda con los otros que aportaron, mi crédito de tetas era ilimitado, eran mías, totalmente mías.

Llegó el día. Adolescente afeitado con cortada en las patillas llego yo, y de repente lo vi todo.

Allí estaban, al alcance de mi mano, para siempre, sus tetas y su sueño. En base a ese contrato todo ella era ya mío, y no soy nadie, así, que por no arrancar de cuajo su sonrisa, de reojo recorrí el perfil que proponía, y salí, dejando intacto el alma que aún vacila en sus rojos zapatos de tacón.

(Justo al terminar, le mando el texto por mail, y me responde, “No Jorge, ella quiere ser linda”)

Revista BgC, la otra newsroom

No pertenecemos a ninguna trasnacional multimillonaria, pero nos la arreglamos por conseguir un poco de vino o té para amenizar los encuentros. No contamos con un presentador estrella de TV, aún cuando nuestro miembro con más ansias de protagonismo trabaja en la TV. No tenemos recursos para comprar historias ni pagar corresponsales pero somos un montón desperdigados por el archipiélago y un poquito más allá. No tenemos un súper edificio con puertas de cristal y repleto de pantallas planas, así que las reuniones suelen ocurrir en la guarida de algún miembro del grupo. Nunca daremos la primicia de la muerte de Osama Bin Laden, pero nos sentiremos contentos si un día cualquiera, llega un chico con una memoria usb a copiarnos un número de la revista Blogosfera Cuba.