las patrias íntimas del internacionalismo

¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?

Manifiesto (hablo por mi diferencia), Pedro Lemebel.

Acabo de terminar de leer los 66 comentarios que -hasta ese momento- se habían publicado en la página de OnCuba en el texto Las patrias íntimas del internacionalismo, de Carlos Manuel Álvarez. Entre ese montón comentarios, me desconciertan (aunque sé que no deberían sorprenderme esas cosas) la considerable cantidad de mensajes en los que se destila una furia, un dolor, una vergüenza por lo que consideran un acto de leso periodismo: haber manchado la pulcra imagen de Reynaldo Villafranca, enfermero que formaba parte de la brigada médica contra el ébola. Palabras como escribidor, pseudoperiodista, sarcástico, injusto, perverso, chisme, buitre, denigrante, ultraje, vano, humillar, denigrar, dejenerado (sic), recorren las opiniones de muchas de estas personas que acusan a Carlos de haberse enfocado en los detalles sucios de la historia en lugar de mostrar la pureza de su altruismo.

Al parecer, estamos ante un típico caso de respuesta del lector cosechado. La vergüenza de tener una audiencia aberrantemente deformada, incapaz de leer la belleza del elogio de Carlos Manuel Álvarez en su texto sobre Villafranca no es más que el triste resultado de la no existencia de medios de comunicación en Cuba capaces de hacer periodismo. Acertadamente, uno de los comentarios en OnCuba nos recuerda que «hay mucho que rescatar y entender todavía para que ciertos colegas terminen por reconciliarse con la idea de lo que el periodismo es y lo que no es». Y partiendo de ahí, de una noción prácticamente inexistente en Cuba de lo que es periodismo, se puede empezar a leer con mejor espíritu esa crónica, o a entender las reacciones según según sea el caso.

El texto de Carlos, sin los afeites típicos de las loas con las cuales se suele abordar el tema del internacionalismo en Cuba, logró conectarnos a muchos con la tremendísima condición humana de ese enfermero, que pudiera ser cualquier otro brigadista, pero era este. Un maricón. El menor de un montón de hermanos delincuentes. Un tipo que a pesar de los tantísimos pesares quiso estudiar y ser enfermero para ponerse al servicio de otros. Porque los contextos importan. Los contextos, que, entre otras cosas, formaron a Villafranca y nos dicen a nosotros lectores -crónica de Carlos mediante- que estamos ante un ser de carne y hueso que lucha y sangra, y no ante otra postal de la Revolución

Hace unos días falleció en Chile Pedro Lemebel, un revolucionario total. Estuvo en Cuba un par de veces, la primera durante la Bienal de La Habana, con su proyecto de las Yeguas del Apocalipsis, y la segunda cuando le estuvo dedicada la Semana del Autor 2006 en Casa de las Américas. Me hubiera encantado, en medio de esta avalancha de quejas tristes y sin sentido, haber escuchado que tendría que decir de todo esto Lemebel, esa pájara comunista que tuvo la valentía de llamar las cosas por su nombre. Seguro que habría echado una lagrimita, puesto una vela, y habría llamado a Carlos para decirle que no venía hasta acá a darle un beso porque ese cáncer la tenía toda maltratada.

16 comentarios en “Se buscan lectores en Cuba para crónicas periodísticas

  1. Rafa creo que el problema no es la falta de lectores sino la falta de crónicas como las de Carlos. Difiero con muchos criterios suyos, pero nunca se me ocurriría juzgarlo como autor, menos descalificarlo. Su texto sobre Villafranca me parece un ejercicio periodístico admirable. Falta leer el trabajo detrás de las palabras y la sensibilidad que permitió arrancar esas palabras a la realidad. Sus escritos son una mezcla original de vísceras quemadas con azucenas. Pero el tipo de mezclas que puede salvar a un hombre del olvido. Lejos de enlodar la memoria de Villafranca, la reivindica. Ojala un día no solo seamos capaces de leer, sino también de dialogar y aceptar el derecho a ser de lo diferente sin intentar destruirlo con insultos.

  2. Hay personas, Rafa, que no saben leer. El artículo de Carlos es un pedazo de historia… el mejor homenaje que cualquiera le pudo hacer a Villafranca. Una pena que haya tantas cabezas vacías por ahí.
    Coincido totalmente con tu post.

  3. Rafa, tal vez lo último en su vida que debe hacer un periodista, es culpar a sus lectores por que no lo «entiendan»… Nuestra profesión es intentar ponernos en el lugar de las otras personas, no lo contrario.

      1. Una sola persona que no te entienda, debería ser motivo para preocuparte, no para creer que estamos por encima de su entendimiento y conformarnos con el aplauso engañoso de otras.

  4. Entonces: ¿estamos ante un ejercicio libre del criterio, o ante la imperiosa necesidad de que todos los criterios coincidan?
    Si es lo primero, no veo por qué haya que seguir machacando tanto con el citado artículo. Sencillamente, las personas, libres como son de pensar y valorar lo que leen, dieron su opinión. Pueden no coincidir con la del autor, pero son opiniones, y si respetamos que aquel pueda publicar sus criterios, también debemos hacerlo con los que no coinciden con él.
    Si se trata de lo segundo, entonces, volvemos a lo mismo: a la unanimidad de criterios en torno a la postura del autor. ¿O es que el autor no se siente conforme con que haya tantos que no coinciden con su postura?
    Siguiendo esta lógica, el hecho de que haya diversidad de criterios, y de que no coincidan con la del autor, no tiene que llevarnos automáticamente a la conclusión de que se trata de » un típico caso de respuesta del lector cosechado» o de » tener una audiencia aberrantemente deformada, incapaz de leer la belleza del elogio». Usted ofende, y la ofenda dice más de quien la hace que de quien la recibe.

    1. la mulatísima, una cosa es no coincidir con el autor y otra es (intentar) descalificarlo con alguno de los adjetivos que pude leer allí. Y la ofensa -si quiere leer tal cosa en mi texto- no es a la audiencia, sino a los que la han formado a su imagen y semejanza.
      Saludos,
      R

  5. Dos simples opiniones:
    1. Como partidario de la libertad de expresión, no dejo de pensar que mi libertad termina donde comienza la del otro. Hasta donde conozco, la libertad periodística haya el límite en esa libertad del otro, que se refleja como regla de la profesión, en el ejercicio de una ética profesional mundialmente aceptada, incluso, más allá de las pasiones o posiciones políticas. No veo en este post ninguna referencia a esa verdad como templo.
    2. Por favor, considere su edad y la cantidad de libros que estima haber leído. Muchos seguramente han leído mucho más que usted: ¿llama a esos «lectores cosechados»?

    1. Manuel David, invierto su orden (porque me divierte invertirlo, más que nada):
      1. Que intente descalificarme con esa supuesta cantidad de libros leídos por mí o por los lectores de malos ojos que ha tenido el texto de Carlos Manuel me parece cuando menos burdo, simplón, así que no creo que merezca mayor respuesta que esta.
      2. No veo cuál es la contradicción que usted advierte entre la ética en la libertad periodística y el texto de Carlos. Le exhorto a señalarme un sólo detalle en el que Carlos Manuel coarte la libertad de Villafranca, o de otra persona del texto. Ahora, si a usted le molesta leer las verdades, tiene un montón de otros textos para escoger.
      Saludos,
      R

Comenta sin pena